“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11.En todo tiempo Dios ha confiado a seres humanos talentosos y dedicados, la responsabilidad de comunicar la Salvación por medio del Señor Jesucristo. Los requisitos exigidos y los métodos para dirigir su obra han resistido la prueba del tiempo. Los siervos de Dios han tenido que hacer frente ha amenazas de divisiones y fragmentación de avanzar atrevidamente junto a su iglesia. Sin embargo, existe la necesidad de fortalecer, y no de debilitar la obra de Dios que realizan los obreros en su causa. Es necesario promover, y no frenar el avance de la predicación.

En nuestros días existe cada vez más la necesidad de preparar a obreros de Dios, que cumplan con la misión del verdadero liderazgo evangélico, de fortalecer el trabajo de sus compañeros de lucha. Debemos animar los atributos de dirigentes genuinos.
El apóstol pablo afirma: “Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor”. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas. 1. Corintios 12:4-5 y 27-28. El Señor Jesucristo doto a los hombres de dones y talentos con los cuales constituyo una organización encargada de proclamar su evangelio “a toda nación, tribu, lengua y pueblo”.

El profeta Ezequiel recibió una visión junto al rio Quebar: Vio majestuosas criaturas vivientes en medio de carbones encendidos, relámpagos y ruedas dentro de otras ruedas. La mano de la sabiduría infinita se ve entre las ruedas, y el orden perfecto es el resultado de su obra. Cada rueda trabaja en perfecta armonía con cada una de las demás.

Las ruedas dentro de otras ruedas, las cuales Dios ha propuesto que sirvan como un vehículo de orden y poder en su obra, deben girar suavemente, y la función de una debe complementar la función de las otras. Para poder avanzar en la tarea de la proclamación del mensaje adventista en el mundo, necesitamos integrar todos los talentos y recursos que poseen los miembros de iglesia, instituciones denominacionales e instituciones y Ministerio de laicos. La misión de la iglesia necesita del concurso y participación no solamente de la iglesia organizada, sino de todos aquellos que están dispuestos a servir al Señor desde diferentes fuentes o plataformas de influencia.

Trabajar unidos, hará cumplir la oración del Señor Jesucristo:” para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:21.
Sólo unidad con Cristo, enfocados en progreso de la obra de Dios, poniendo al servicio nuestros dones, talentos y recursos, podremos ver el avance más rápido de la causa de Cristo.

Tal vez hayas escuchado la historia de Samuel y las avispas. Samuel y un amigo guiaban despreocupadamente su carro por un camino de la campiña. De vez en cuando, uno de los jóvenes tomaba su látigo y lo hacia restallar contra los bordes colgantes de las ramas, haciendo volar las hojas que caían poco a poco a tierra. De pronto pasaron peligrosamente cerca de un nido de avispas que colgaba de unos de los árboles. ¿Porque no das un latigazo a esas avispas, Samuel! -replico su amigo. – ¡No, señor! – replico Samuel -. ¡No seré yo quien lo haga! ¡Esas avispas están organizadas!

Samuel conocía muy bien la eficacia de la organización y la unidad. Esta historia ilustra el principio del éxito. Winston Churchill dijo: “Si estamos juntos no hay nada imposible, si estamos dividido todo fallará”.
“El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición”. 2JT 31.2

La unidad con Cristo y la de su iglesia nos convierte en una fuerza eficaz para el éxito en la ganancia de las almas y su conservación en la verdad. Necesitamos no dispersarnos atendiendo otras cosas que no ayudan en la salvación de las almas. Nuestro enfoque debe ser una organización cuidadosa del remanente de Dios, dirigentes consagrados que ejercer una dirección eficaz en estas horas finales de la historia. Porque “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. Hebreos 2:3.

Dios quiere que obtengamos de él todo lo necesario para el éxito de nuestra Misión: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11.

¡Qué desafío!